El Bolsón
Y llegas a ese lugar
mágico, de naturaleza real, sorbiéndote como playa a su laguna, te pone de
rodillas la majestuosidad de montañas interminables, infinitas vertientes y
nieves eternas.
Una comunidad amable,
celosa de sus raíces, defensores de su tierra y costumbres, donde cada ser es
artesano de su destino día a día, algunos más ligeros y otros remando en dulce
de leche pero con el mismo entusiasmo.
El arte en todo su
esplendor fluye bendecido en cada esquina, plaza, en las alturas del
Piltriquitrón (sig.: colgado de las nubes) con su ¨Bosque Tallado por nombrar
unos pocos entre tantos.
Arriban a diario
mentes citadinas que se comen el mundo
con su arrogancia ficticia, entonces el lugar por sí solo te abre la cabeza. Un
mazazo de frigorífico en el medio de la testa te formatea en un amnésico de
convicciones mal aprendidas en las grandes capitales.
Es un nuevo amanecer
de la persona dormida en tu interior. Dejas atrás al robot que hicieron de ti
las corporaciones con adictos panzones de ambición. La esclavitud emocional al
que fuiste sometido se cae a pedazos.
Cada curva, cada
sendero, orilla, mirador, paraje es una invitación tácita a replantear tu
propia existencia. Tus deseos, tus sueños más profundos anestesiados por largo
tiempo suplican emerger, convertirse en acción duradera y productiva. En ese
estado habita tu eje, tu paz, tu felicidad.
Quien ha visitado
alguna vez esta reconocida ciudad de El Bolsón, no retornó a su hogar siendo el
mismo. Agraciadamente para quienes saben
leer entre líneas que todo pasa por alguna razón, existen lugares así,
provocando una implosión de revelaciones individuales y hasta colectivas si se
quiere ¿por qué no?
Sus manjares
autóctonos son otros de los deleites proporcionados por la región sureña
Argentina. La rosa mosqueta, el dulce de sauco, las propiedades antioxidantes
del maqui, el lúpulo en su cerveza artesanal te pega como piña de Bonavena, el
cordero patagónico, la trucha, desde la tradicional pizza hasta el helado
llevan su sello particular de sabores silvestres.
Hay tanto para ver,
degustar, sentir, fluir con su entorno inconmensurable. Para los artistas, la
musa llega sola, sea cual sea el don innato adosado a la maleta que viajó
contigo al nacer. Aquí se desarrolla, se transforma, te transporta a lo que
realmente quieres ser, volviendo al altruismo de tu juventud. El Bolsón, un lugar mágico y simple sin lugar
a dudas.
Siendo las 2:21 am
dejo, lo que en algún futuro (espero no cercano) sea el epitafio que me represente: ¨Nacida en
Bs. As., reconstruida emocionalmente en El Bolsón, descansa en paz su alma en
la cima del Piltri donde tomó coraje para terminar su primer libro¨
Autor= Silvana Andrea
Bruni