domingo, 29 de enero de 2017

El Bolsón
Y llegas a ese lugar mágico, de naturaleza real, sorbiéndote como playa a su laguna, te pone de rodillas la majestuosidad de montañas interminables, infinitas vertientes y nieves eternas.
Una comunidad amable, celosa de sus raíces, defensores de su tierra y costumbres, donde cada ser es artesano de su destino día a día, algunos más ligeros y otros remando en dulce de leche pero con el mismo entusiasmo.
El arte en todo su esplendor fluye bendecido en cada esquina, plaza, en las alturas del Piltriquitrón (sig.: colgado de las nubes) con su ¨Bosque Tallado por nombrar unos pocos entre tantos.
Arriban a diario mentes citadinas  que se comen el mundo con su arrogancia ficticia, entonces el lugar por sí solo te abre la cabeza. Un mazazo de frigorífico en el medio de la testa te formatea en un amnésico de convicciones mal aprendidas en las grandes capitales.
Es un nuevo amanecer de la persona dormida en tu interior. Dejas atrás al robot que hicieron de ti las corporaciones con adictos panzones de ambición. La esclavitud emocional al que fuiste sometido se cae a pedazos.
Cada curva, cada sendero, orilla, mirador, paraje es una invitación tácita a replantear tu propia existencia. Tus deseos, tus sueños más profundos anestesiados por largo tiempo suplican emerger, convertirse en acción duradera y productiva. En ese estado habita tu eje, tu paz, tu felicidad.
Quien ha visitado alguna vez esta reconocida ciudad de El Bolsón, no retornó a su hogar siendo el mismo. Agraciadamente para  quienes saben leer entre líneas que todo pasa por alguna razón, existen lugares así, provocando una implosión de revelaciones individuales y hasta colectivas si se quiere ¿por qué no?
Sus manjares autóctonos son otros de los deleites proporcionados por la región sureña Argentina. La rosa mosqueta, el dulce de sauco, las propiedades antioxidantes del maqui, el lúpulo en su cerveza artesanal te pega como piña de Bonavena, el cordero patagónico, la trucha, desde la tradicional pizza hasta el helado llevan su sello particular de sabores silvestres.
Hay tanto para ver, degustar, sentir, fluir con su entorno inconmensurable. Para los artistas, la musa llega sola, sea cual sea el don innato adosado a la maleta que viajó contigo al nacer. Aquí se desarrolla, se transforma, te transporta a lo que realmente quieres ser, volviendo al altruismo de tu juventud.  El Bolsón, un lugar mágico y simple sin lugar a dudas.
Siendo las 2:21 am dejo, lo que en algún futuro (espero no cercano)  sea el epitafio que me represente: ¨Nacida en Bs. As., reconstruida emocionalmente en El Bolsón, descansa en paz su alma en la cima del Piltri donde tomó coraje para terminar su primer libro¨

Autor= Silvana Andrea Bruni

lunes, 2 de mayo de 2016








     Feria del libro 5 de Mayo 2014

Si fueras...


Si fueras árbol de un bosque cualquiera
sería yo la rama que sostiene la colmena.
Si fueras sol tibio de naciente primavera
sería yo la flor que de perfume se llena.
Si fueras el aire con su brisa llevadera
sería yo la nube que cambia de escena.
Si fueras agua fluyendo en la bañera
sería yo la espuma rosada y amena.
Si fueras la ola que en la roca rompiera
sería yo la playa y su extensa arena.
Si fueras palabra que en la boca naciera
sería yo el grito que en la garganta pena.
Si fueras el sentir que mi alma tuviera
sería tu doncella dulce y serena.

viernes, 6 de abril de 2012

Cuento sobre Malvinas Publicado por La Nación


Valentina y la guerra de Malvinas

Llegaron los años de secundario, tan intensos en locuras vividas como en dudas y confusiones constantes, propias de esa edad, donde queremos ser nosotros mismos sin la opresión de los adultos y sus reglas, sin saber hacia donde queremos ir. Jugarle una pulseada al niño que dejamos atrás e intentar trazar nuestro destino. Abrir la mente y el corazón a nuevos conocimientos y caminos por descubrir.
Volvió a su antiguo colegio, Nuestra Sra. del Pilar, encontrándose con algunas de sus compañeras de la primaria, un curso de sesenta niñas revoltosas dispuestas a sortear nuevas aventuras.
Corría el año 1982, sumida la patria por un gobierno militar donde todo estaba prohibido, donde expresarse era pecado, donde hubo tantos desaparecidos, donde nacieron las Madres de Plaza de Mayo con sus pañuelos blancos en la cabeza reclamando justicia, donde exportábamos exiliados, mentes brillantes, músicos, escritores, actores, políticos, estudiantes. Todo aquel que disentía con el gobierno de facto estaba en peligro.
No tenía demasiada conciencia de lo que sucedía, producto de su corta edad, en la casa no hablaban del tema delante de ella.,
El 2 de abril una noticia impactante abordó al país entero, se declaró la guerra a Inglaterra, reclamando los derechos sobre las Islas Malvinas.
Ese mismo día supo que dos de sus primos cumplían el servicio militar obligatorio, viajarían rumbo al Atlántico Sur para sumarse a las tropas. Dos jóvenes de 18 y 19 años temblaban de miedo por la incertidumbre, la suerte que correrían allá, tan lejos de casa, hacerse hombre a la fuerza. La angustia invadió a toda la familia, como sucedió en tantos hogares de Argentina.
Esa mañana tomó la primera decisión adulta, juntó sus ahorros, se vistió con el uniforme del colegio y salió como todos los días, cambiando abruptamente su rumbo. Se subió al colectivo 39 hacia el barrio de Palermo, Av.Santa Fe y Juan B. Justo era su destino. Al llegar se encontró con una muchedumbre de padres, hemanos, tíos, abuelos, envueltos en llanto que desgarraba hasta el alma más dura. Buscó incansablemente caras familiares entre la gente, también arriba de las camionetas militares que transportaban los chicos al aeropuerto. Quemó la suela de sus mocasines en esa misión si lograr encontrar a sus primos. Por esas cosas del destino, inexplicables para la mente humana, pero absolutamente comunes a quienes abren el corazón y perseveran en el deseo que en este músculo late, divisó una cara, no de su sangre, si de su aprecio, debajo del casco verde oscuro asomaban unos ojos azules conocidos, era Tomás, un vecino de su cuadra, en varias oportunidades había llamado su atención por ser muy lindo y simpático. Sintió el impulso de abalanzarse tras la camioneta en la que él viajaba, al grito de Tomás le arrojó el paquete con el dinero y el rosario de su abuela, él la miró y sonrió intentando disfrazar el pánico que corría por sus venas.
Quedó parada en medio de la calle viendo como se alejaba rápidamente sin entender muy bien lo que había hecho.
Los días pasaban, escuchando las noticias en radio y televisión . Titulares como:”Nuestros aviadores son Halcones del aire”, “Le hundimos el Invencible”, “Nuestras tropas avanzan sobre Malvinas”, “Aterrizan aviones enemigos en Chile por combustible y proviciones”, “Avión de la cruz roja ingles intenta cargar armamento en Uruguay”(cuyo hecho fue impedido por el gobierno vecino), “Rusia y Alemania nos ofrecen apoyo logístico”, “E.E.U.U. Nuestros enemigos”.
Preocupados por su hermano mayor que vivía en El Bolsón con su esposa y el pequeño Giuliano y las cartas de sus primos que no fluían. Sabían de José que estaba en el continente, en enfermería, por una infección en la pierna, Santi estaba en las islas, pasando frío y hambre en las trincheras, sordo por las bombas, extrañando el calor del hogar y los amigos del barrio.
Fueron días muy duros. En el aula, durante los recreos, formaban pequeños círculos para leer los informes obtenidos, sintonizando radios del Uruguay (contaban la verdad que no podía expresarse por los comunicadores locales), sentadas en los pupitres, con los pies sobre las sillas, calladas, rezando para que sus seres queridos no estuvieran en la lista de los caídos en combate.
En la calle, momentos de profunda algarabía y otros de un silencio insoportable daban la primicia de lo ocurrido en las islas.
Participó con toda su familia en la colecta de A.T.C. Canal 7, vendiendo claveles por Figueróa Alcorta, en medio de los autos. Personalidades de todos los sectores ofrecían diferentes objetos de arte, joyas, dinero, ropa, alimentos, etc. para solventar a nuestros “Chicos de la Guerra”. La celeste y blanca enarbolaba las fachadas. Los niños mandaban chocolates con cartitas a los soldados, las abuelas tejían medias y chalecos de lana en las iglesias. Lamentablemente tiempo después se supo que todo ese esfuerzo no llegó donde debía, contenedores repletos de alimentos fueron encontrados por el enemigo mientras nuestros colimbas pasaban hambre, la última gran estafa del gobierno de Galtieri.
Margaret Thacher amenazaba con bombardear Bs .As. El Papa intercedía por la paz. El mundo estaba dividido en dos por el “Conflicto del Atlántico Sur”.
Extraoficialmente se comentaba: gran parte de las armas no funcionaban, no había suficientes municiones para los FAL, el presidente se emborrachaba mientras los hijos de la patria entregaban sus vidas, eran maltratados por sus superiores, estaqueaban a nuestros hermanos a la intemperie, discriminaban a los no católicos, las ametralladoras eran obsoletas, muchos soldados morían por estas condiciones y no por la mano del enemigo.
La guerra terminó al poco tiempo, tan repentinamente como empezó.
La ciudad desierta, cada uno en sus casas escuchaban atentamente el informe transmitido por Cadena Nacional.
Luego, la nada...
Con la frente al piso, con una extraña sensación de tristeza y alivio al mismo tiempo, con el sabor amargo de la derrota, con la incógnita de la verdad en la mente.
Sus primos volvieron a casa, flacos, doloridos, asustados, psicológicamente turbados, pero enteros gracias a Dios.
Tomás...no volvió.
Años más tarde cuando los padres de su vecino caído pudieron viajar a las islas, se encontraron con el rosario que Valentina le había dado a su hijo, colgando de la cruz de su tumba, así pudieron reconocer el preciso lugar donde descansaban sus restos.
Aún hay muchas tumbas sin nombre, aún necesitamos rendir un real homenaje, aún hay héroes de guerra no reconocidos, veteranos y caídos, aún esperamos condena a los responsables.
Aún nos duele la memoria...
    
                                             Silvana Bruni
                                  brunimailto:bruni.silvanaa@gmail.com